Historia de una reina infértil: La princesa que nunca llegaba

Había una vez , en un reino no tan lejano unos reyes que deseaban con  ansia ser padres y dar un heredero a su reino.
¿Que es la maternidad? Si no un acto de amor puro y sincero por la persona con la que compartes tu vida, un amor tan puro y tan grande que no te llega con tener el uno al otro, es tan necesario unirse al otro que no hay mayor forma que la de tener un hijo.
Los reyes lo sabían, y había llegado su momento.


Se aplicaban en la búsqueda de aquella felicidad que no llegaba, poniendo empeño y dedicación pero por más que lo intentaban aquel heredero nunca llegaba.
La reina derramaba lágrimas de oro cuando nadie la veía, y ahogaba sus penas con los otros pequeños herederos de la familia.
El rey nunca hablaba de sus sentimientos, hacía pensar que nada importaba y todo estaba bien en aquel hogar que formaban los dos y sin la necesidad de que aumentara, consolaba a la reina cuando ésta se sentía triste y decaída.

Los habitantes del reino cuchicheaban y preguntaban el motivo por el cual todavía no había llegado un heredero. Unos decían que ya habría tiempo, otros decían que nunca llegaría, otros que era mejor así porque los tiempos estaban cambiando a peor....y mientras el corazón de la reina se marchitaba con cada frase, cada palabra.

Es curioso darse cuenta como las personas que se supone que deben apoyar aprovechan cada cuchicheo, cada punto débil para ver la torre caer.

A pesar de tener el corazón lleno de heridas la reina no se rendía, seguía en su empeño de formar una familia, tanto era así que le fueron ha hablar de un brujo, aquel que con sus artes conseguiría poner a la reina en cinta.
Después de consultarlo con el rey en varias ocasiones y no obtener respuesta decidió salir en busca del brujo.
Largos días y largas noches pasó fuera de su hogar, entre la niebla del bosque, el arrullo de los árboles. Por las noches el caballo era su cama, su capa; su manta, sus lágrimas y la esperanza su consuelo.
Seis días con sus seis noches hasta que consiguió dar con el brujo, aquel que la estaba esperando.
Una pócima y unos conjuros y la reina marcho tranquila con la tarea encomendada por el brujo; tomar la pócima y seguir buscando encarecidamente el retoño.

Así pasaron las semanas, cuando la reina presa de una inquietud tuvo la sensación de que fuera posible que su cuerpo albergara un pequeño ser. A pesar de las negativas del rey ella insistió en marchar al boticario del reino donde con sus artes podría averiguar si su presentimiento era certero.
Y lo era.
Lágrimas de pura felicidad brotaban en los ojos de la reina, sonrisa en la cara del rey....abrazada al boticario la reina no daba crédito, se acordaba del brujo....continuaba llorando....la dicha había llamado a su puerta pero....¿Duraria?

Proximamente segunda parte..... 


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